Reseña: Celia en la revolución, de Elena Fortún

Hoy arrancó este post con una novela que debería ser de obligada lecturas en los institutos y que llegó a mi lista de libros por leer gracias a la recomendación de Rosana Laviana en Es la mañana de Federico.

Leer Celia en la revolución es como asomarse a la Guerra Civil Española desde una ventanita pequeña, que inesperadamente te adentra en la mirada de una adolescente que no entiende de política, que no sabe de bandos ni consignas, y que sin embargo se ve arrastrada por la violencia y el miedo de aquellos años. De ahí la importancia de convertirlo en una lectura recomendada para nuestros jóvenes.

Elena Fortún, creadora de la entrañable Celia, la sitúa en plena revolución, en un escenario muy distinto al de sus primeros libros. Aquí Celia crece, se enfrenta al hambre, a la muerte y a la incertidumbre, pero siempre desde una inocencia que conmueve y os prometo me dejado revuelta, y no será por falta de lectura en la materia.

Su desconcierto ante lo que ocurre refleja el de miles de jóvenes y niños que vivieron la guerra sin haberla elegido.

Quizá eso sea lo que hace tan especial a esta novela, no hay discursos ideológicos ni grandes proclamas, sino el día a día de alguien que observa, que sufre y que apenas logra comprender. Una joven que se ve obligada a madurar a la fuerza mientras en su falta de respuestas a todo lo que se sucede, da a la lectura un valor más honesto.

La historia de la propia edición también tiene algo de misterio. Como cuenta Andrés Trapiello en el prólogo a la edición de 1987, fue «un caso único»: el libro desapareció rápidamente de las librerías y solo ha reaparecido con cuentagotas en el mercado de segunda mano, siempre a precios altísimos. Ese halo de rareza lo convierte en una joya literaria, buscada por quienes desean conocer otra cara de la guerra.

Celia en la revolución no es solo una novela más de la saga: es un testimonio humano, contado desde los ojos de quien apenas comienza a entender el mundo.

Puede que por eso duela su lectura, por eso y por tantas cosas que que se empeña nuestro gobierno en desenterrar, que superaron nuestros abuelos y que conmueven tanto.

Y con este post de lectura me despido, deseando escribir el siguiente.

Besos mil.

N.